Dia 36: Shopping de memoria

Hoy recibí un correo de Eduardo. Durante las ultimas cinco semanas hemos estado en constante contacto electrónico de forma que su memoria ayude a la mía. Parece entonces que mi versión de la realidad de ayer estaba en cierto modo alejada de la versión de Eduardo, que valga reconocerlo, se ajusta mas adecuadamente a la realidad objetiva en la que mayor parte del planeta existe.

Parece que ayer si habíamos llegado a Vitoria pero olvide una porción de la madrugada y el amanecer que Eduardo me ayudo a recordar y que ahora, de un modo misterioso, retorna a mi memoria.

Me pregunto cual es el pasado real del cual venimos. Cada uno recuerda de un modo particular sus vivencias sin tener la posibilidad de verificar si su memoria lo traiciona como me traiciono a mi el día de ayer. En cierto modo creo que es mas importante el vivir el hoy basándonos en la versión de la realidad que recordamos sin dudar de nuestra imperfecta memoria. Claro que hay que gente que parece recordar de un modo mas fidedigno ( como mi compañero Edu ) pero tengo la certeza de que a estas personas también se les escapan ciertos hechos o detalles de su pasado que por un motivo u otro su mente borro del disco rígido de materia gris en la que almacena nuestros recuerdos.

La llegada a Vitoria había sido un tanto mas compleja de lo que mi relato de ayer pudo narrar. Habíamos estado las ultimas horas de la madrugada frente a Vitoria sin estar seguros de donde quedaba un puerto o un club náutico. Navegamos entre las plataformas petroleras que seguían sacando del mar lo que un día ha de acabarse. Tiramos bordes entre los cargueros fondeados en la rada del puerto y aguardamos el amanecer. Ahora puedo recordar el tremendo cansancio del cuerpo no descansado al amanecer y una imagen que si tenia grabada en mi memoria sin saber como relacionarla con el viaje: la entrada al Rio Doce. Desde lejos vimos como la ciudad tenia un boyado que llevaba al Rio y antes de las siete estábamos pasando por debajo de los puentes que conectan Vitoria con la Vila Velha. Navegamos media hora por el rio mientras el paisaje se tornaba cada mas industrial, pero sin perder la belleza del agua que fluye. No teníamos idea de donde podríamos atracar. Ni siquiera sabíamos si había un fondeadero o un club cerca. Hasta que paso un pescador que recién comenzaba su día. Nos arrimamos y a los gritos pudimos preguntarle en nuestro rudimentario portuñol si sabia donde se encontraba el Iate Clube. Nos dijo que si, pero al recibir la explicación nos costo entenderle. Le hicimos varias veces la pregunta hasta que a la cuarta vez ambos logramos entender que había que salir del Rio Doce y navegar hacia el norte como 3 millas. El Iate Clube quedaba al oeste del puerto de Tubarão. Nos tomo una hora llegar hasta allí y el resto entra en el relato del día 34 de nuestra travesía.

El shopping Vitoria desde el aire

El shopping Vitoria desde el aire

Ahora bien, me queda entonces la duda de cómo la memoria ira a recordar y a embelesar este relato de nuestra travesía. Acá sigue mi versión de esta realidad recordada desde una década mas tarde. Desde una casa que era de otro en ese entonces y frente a unos niños que aun no existían, ni siquiera en mi imaginación tan voladora.

La entrada el Shopping

La entrada el Shopping

Usamos el día para recorrer el centro comercial de Vitoria. No se como pero recuerdo que llegamos al Shopping Vitoria. Estaba a tan solo una pocas cuadras del Iate Clube y nos resulto sorprendente volver a entrar al mundo del comercio en el que la mayoría subsistimos. En particular recuerdo la frescura del aire acondicionado, lujo del cual nos habíamos apartado desde nuestra partida. Esta entrada al Shopping fue la que nos dio la noción de que esta era una ciudad importante. El tamaño de las tiendas, la gente que veíamos y el acelerado ritmo nos lo hacían notar. Hoy puedo comprobar que el ritmo al que se mueve la gente en las grandes ciudades es siempre mas veloz que el de los pobladores de ciudades menores o pueblos. Esto no lo invente yo sino que es es un hecho estudiado por la gente que se dedica a estudiar este tipo de curiosidades. Hace no mucho pude comprobar escuchando un episodio del podcast de RadioLab sobre las ciudades que en efecto la gente de las grandes ciudades camina mucho mas rápido que la gente de ciudades chicas.

La gente disfrutando del aire acondicionado. Nosotros también.

La gente disfrutando del aire acondicionado. Nosotros también.

Vitoria era en verdad una ciudad intermedia en tamaño  ( un millón  y medio de habitantes dice WikiPedia ) pero creo que me pareció mas grande debido a que no la imaginaba de este modo.

No recuerdo precisamente que hicimos por la noche pero mi intuición me dice que habremos cenado en el barco mientras nos preparábamos para partir al día siguiente. La memoria tiene mucho de intuición. Uno recuerda en base a la costumbre. Uno supone y omite los detalles, pero las millas habría que recorrerlas sin importar en donde quedarían registradas.

Dia 35: Vitoria

Durante la noche el viento del Noreste comenzó a amainar. Yo le había entregado la guardia a Eduardo a eso de las cuatro. En adelante íbamos a hacer estos turnos: yo la noche y Eduardo el amanecer. Aprendi a querer la oscuridad y a perderle ese miedo a lo desconocido.

Esas noches largas eran interesantes dado que la principal actividad, además de mirar el GPS, era el pensar.

A media mañana me levante sin el ruido de los pantocazos. El viento se habia ido apenas hacia el este y había decrecido. Aun soplaba, pero no con tanta intensidad. Decidimos poner las mayores  para que ayudara al avanze del motor. Pero no quisimos apagar el volvo para poder llegar hasta Vitoria que aun se encontraba a casi treinta millas. No sabíamos que esperar de Vitoria pero sentíamos que la parada seria necesaria para intentar recuperar el animo de navegar a vela. Hoy veo en Wikipedia que la ciudad tiene un millón y medio de habitantes y que las Naciones Unidas la calificaron como la cuarta mejor ciudad del Brasil ( no se cuales serán las tres primeras, pero en la internet se puede averiguar calculo )

Cerca de llegar a Vitoria.

Cerca de llegar a Vitoria.

A media tarde comenzamos a ver la ciudad en la costa. La carta nos decía que tendríamos que pasar la boca del Rio Doce y seguir por la costa hasta el Iate Clube do Espirito Santo. Desde el agua la ciudad nos parecía mas grande de lo que esperábamos.

El Iate Clube do Espirito Santo

El Iate Clube do Espirito Santo

El Iate Clube se encontraba en la parte norte de la ciudad en lo que parecía ser una zona residencial bien petitera. A nuestra llegada nos otorgaron una amarra de cortesía en una marina y la verdad que el clima estaba ideal.

Recuerdo que aprovechamos a secar el barco abriendo todas las ventanas y dejando que la brisa corriera libre por dentro. Un par de horas mas tardes tomamos una manguera con agua fresca para darle una enjuagada al casco y las velas que estaban completamente recubiertas de una fina capa de sal.

Pasados los treinta días en el mar todo tenia un poco de humedad y un gusto levemente salado. Nuestro enjuague intentaba sacar un poco de la sal de Atlantico y devolver el proceso de humidificación a su comienzo. Claro que esta batalla no iba a cesar. Era una lucha que no tendría fin y en la cual la humedad y la sal siempre nos iban a ganar.

Disfrutamos del sol en la marina y nos preparamos para conocer la cuarta mejor ciudad del país mas orgulloso del mundo. Brasil se quiere a si mismo y esto esta muy bien.

 RUTA DIA 35

Ruta Dia 35 - Entrada a Vitoria

Ruta Dia 35 – Entrada a Vitoria