Dia 4: Adios al Uruguay

La corriente del Brasil no nos lo hace fácil. El viento en contra tampoco ayuda. Todo el día nos llevo remontar la costa uruguaya. Estábamos notando que no seria fácil combatir la corriente y el viento en contra y que de no ser por el Volvo estaríamos todavía cerca de la Punta donde a esas horas la gente estaba volviendo de los boliches.

Remontando el uruguay

Carlos timonea mientras el Tremebunda remonta a motor la costa uruguaya

Fue una jornada de calor y ruido de motor. El combustible bajaba mas rápido de lo anticipado y empezamos a darnos cuenta de que tal vez no tendríamos suficiente para llegar a Florianópolis. Se hizo de noche mientras nos despedíamos del Uruguay. Me acorde de una vez que pasamos una semana en el Chui esperando un repuesto para nuestro auto mientras mi familia iba en camino a Brasil. Me di cuenta de lo mucho que me había distanciado de mis familia durante la ultima década que había estado viviendo solo en Buenos Aires. Mi familia y el recuerdo de las vacaciones de mi infancia me dieron una idea de porque estaba realizando este viaje. No era solo un sueño de niño. Era también la decisión de un hombre que quería reencontrase con sus orígenes, con aquellos que mas lo querían a pesar de la distancia.

Mientras escribo esto me encuentro rodeado de familia, reflexionando acerca de las decisiones del día a día que impactan sobre nuestros destinos. Aquel viaje fue importante para que hoy me encuentre tipeando esta crónica frente a una computadora que hace ventas para el negocio familiar. Pienso en que futuro me espera tras estas paginas, tras la familia que construí en estas latitudes junto a mi esposa.

RUTA DIA 4

Nos vamos del uruguay

De Cabo Polonio a el Chui. La salida de aguas uruguayas. Un adios al paisito.

Dia 3: Ingresando en el Atlantico

Amanecimos en ese extraño espacio en el que las aguas del mar y del rio se mezclan poco a poco. Todos habíamos ya visto en viajes previos como el agua marrón del Rio de la Plata se va azulando pasando por un sin fin de versiones del agua de mar que esta mas adelante. Esta frontera en constante movimiento esta a veces frente a Montevideo y otras veces cuando el rio gana la pulseada mas cerca de Piriapolis. Curiosamente el limite oficial del Rio de la Plata se encuentra en Punta del Este aunque todos sabes que allí el mar reina desde tiempos inmemoriales. Pasamos frente a Piriapolis ya cerca del mediodía y el día aunque caluroso nos ofrecía una brisa refrescante que nos dejaba avanzar a vela las ultimas millas de esta etapa ya navegada varias veces.

El timon se ajusta por su maestro y creador

Daniel ajusta el piloto de viento mientras Horacio y Carlos lo miran

En cierto modo este día era el ultimo que el Tremebunda pasaría en su área de confort, en el rio que la vio nacer y desarrollarse, desde ese primer viaje accidentado hasta sus primeras travesías a la Republica Oriental y los viajes a Mar del Plata de los noventa. Era un adiós al rio a orillas del cual fue gestada. Era desprenderse de su origen para emprender otra etapa de su vida en otra parte. Era como una hermana que transitaba el mismo camino bajo un mismo anhelo de buscar suerte en otro hemisferio.

La tripulación estaba de un humor excelente tras la parada en el Rio Rosario. Se escuchaba música y se reestructuraban la guardias, ahora que si teníamos la convicción de que este viaje estaba ya en marcha.

Hacia el mediodía pudimos ver la Punta Ballena y a lo lejos la gente que vacacionaba. Pensaba en cuan distintas serian sus tardes de las nuestras durante los próximos meses. De seguro ellos estaría de vuelta en la labor dentro de una quincena mientras que nosotros estaríamos aun llevando el barco en rumbo norte.

Antes del atardecer dejamos la Isla Gorriti y la Punta del Este por babor. Es curioso saber que allí detrás de las sombrillas en alguna parte estaría sentada la madre de mis hijos a la que iba a conocer nueve meses mas tarde en una playa de Miami Beach. Esto me hace pensar en la analogía de Cortázar que veía a las vidas como una madeja de lana y a las personas como moscas que van de un lado al otro hasta entrelazar sus vidas de un modo inexplicable y misterioso. Este viaje era parte de la madeja, el movimiento del Tremebunda no era tan errático como el de un insecto pero si debo reconocer que nunca uno sabe lo que le espera. La vida se parece un poco a la travesía que estábamos iniciando. Sabíamos a donde queríamos llegar pero no teníamos la certeza de cómo o cuando lo íbamos a lograr.

Ahora si empezaba el Atlántico. Del otro lado de la Punta el mar no hacia diferencias. Era un atardecer calmado que nos invitaba a soñar con una dulce travesía hasta la isla de Florianópolis sin percances. A estribor la isla de Lobos nos brindaba el adiós a lo conocido y la bienvenida al océano en el que aun hoy vive el Tremebunda.

La noche trajo la pronosticada brisa del noreste. Sabíamos que tendríamos la corriente y el viento en contra durante un par de meses pero nada podíamos hacer. Para el norte íbamos y la historia climatológica de la región no la íbamos a cambiar.  Aquí empezó la etapa del motor.

En 1986 mientras el Tremebunda se encontraba aun en los ya desaparecidos Astilleros Chiappini, mi padre había decidido instalarle al barco un motor Volvo de 42 caballos. Había sido siempre un fiel compañero del velero que ahora a sus 17 años empezaba a tener la mayor exigencia de su vida útil. La verdad es que no intuía lo mucho que íbamos a usar  ( y abusar ) al pobre Volvo pero sin duda merece el reconocimiento en esta etapa inicial para ayudarnos a sobreponernos al viento del noreste y la corriente del Brasil que infaliblemente te aleja del país que le da nombre. Durante la noche pasamos el famoso faro del Cabo Polonio. Decidimos apagar el motor para darle un descanso y abrir el rumbo apuntando al África.

RUTA DIA 3

Al mar

Ingresando en el Oceano Atlantico

Dia 2: Rio Rosario

A la mañana siguiente me levante fresco sabiendo que el barco iba en buenas manos. El timón de viento fabricado por Daniel funcionaba a las mil maravillas. Era increíble ver la rueda del timón moverse sola en respuesta a los movimientos del barco. El piloto seria el miembro mas importante de la tripulación hasta nuestra llegada timoneando un 99 % del tiempo. Sin duda no podríamos haber concretado el viaje sin el piloto que quedo bautizado ¨Danielito¨ en honor a su creador.

La buena brisa de la noche se agoto a media mañana y tuvimos que volver a encender el Volvo. No queríamos demorarnos en el Rio que todos conocíamos de sobra. Teníamos muchas millas por delante y era importante doblar la Punta del Este para enfrentarnos con un mar de en serio.

No recuerdo bien quien fue, tal vez Horacio o Carlos pero al mediodía llego la noticia: había agua de vuelta en la proa. Esta vez había que solucionarlo: de algún lado venia esa agua y con la luz del día íbamos a descubrir de donde. De vuelta sacamos los 50 baldes de agua y determinamos que definitivamente era agua de rio la que teníamos del lado de adentro. Estábamos a la altura de Juan Lacaze pero preferimos enfilar par el Rio Rosario para poder parar mas rápidamente y verificar de donde venia el agua.

Boca Rosario

En la boca del Rosario

En todos mis años visitando la costa uruguaya a bordo de distintos veleros nunca había ingresado al Rosario. Como si el destino me llamara a conocer el único rio del Uruguay que me faltara visitar. La idea era clara: entrar al Rosario, encallar el velero y buscar la entrada de agua hasta resolverlo. Mientras enfilábamos para la desembocadura del rio pudimos comprobar que el agua venia por adentro de un refuerzo de fibra de vidrio del casco. Era como un tubo que terminaba en la proa y por ese tubo se llenaba el compartimento de la proa. Algo habíamos determinado: el agua de allí venia. Ahora restaba descubrir porque se llenada ese refuerzo de agua de rio. No seria fácil dado que ese tubo recorre el barco de punta a punta y podía estar ingresando en cualquier punto. Fuimos recorriendo el tubo centímetro a centímetro sin encontrar nada.

Ya adentro del rio encontramos una pequeña playa de arena a escasos quinientos metros de la boca que nos serviría perfectamente para encallar. Una vez allí toco saltar al agua. Podía ser que algo nos hubiera golpeado el casco haciendo un pequeño agujero que justo estuviera en el refuerzo de fibra que desembocaba en la proa. Recorrí el casco por la banda de estribor varias veces. El casco estaba perfecto. Nada nos había golpeado. El misterio era aun mayor que la noche anterior. Nadie podía entender por donde entraba esa agua.

Entonces uno de los muchachos tuvo la idea que nos iba a develar el misterio: soplar con el inflador del bote por el lugar en la proa por donde veíamos que entraba el agua para poder ver si salían burbujas en alguna parte. ¡ Excelente plan ! Adaptamos el inflador para que sople por el agujero y los muchachos se turnaban mientras Eduardo y yo recorríamos el casco por dentro y por fuera. Durante diez minutos no podíamos ver ni escuchar ninguna burbuja. Entonces se me ocurrió meterme en el único lugar que no habíamos revisado. El pañol de herramientas que esta debajo del cockpit. Aquí es donde termina este refuerzo misterioso, justo en donde se une con el espejo de popa. Le pedí al voluntario del momento que siguiera ejercitando la pierna para intentar inflar ese refuerzo con presión de aire. Me arrastre por entre las velas para acercarme a la popa. Fue entonces que pude escuchar el burbujeo claramente. Por ahí entraba el agua: por la popa.

Grite exaltado desde esa cueva llena de velas y herramientas como si hubiera encontrado oro o petróleo. Supongo que la exaltación era por saber que si habíamos encontrado la vía de agua, podríamos repararla y seguir adelante con este viaje soñado.

Saliendo del Rosario

El Tremebunda saliendo del Rio Rosario tras reparar la entrada de agua que nos hizo parar.

Me toco una vez mas ir al agua para ver el problema desde afuera. Justo en la popa había tres agujeritos en los que habíamos intentado montar un sensor del ecosonda que no habían sido tapados adecuadamente.  Estos agujeritos estaban por sobre la línea de flotación, por lo que si el barco estaba quieto o andando a vela el agua no entraba. Pero cuando el barco iba a motor la popa se hunde un poco producto del empuje de la hélice y era entonces cuando el agua comenzaba a acumularse dentro del refuerzo. Luego el agua corría por dentro hacia el otro extremo del casco donde hallaba el único escape de esa trampa de fibra a la que había ingresado. Con solo tres tornillos y un poco de silicona el problema quedo solucionado. Podíamos retomar el camino por el Rio de la Plata en busca del mar en el que inexorablemente todos los ríos desembocan.

RUTA DIA 2 :

Dia de Reyes

Dia 2: Saliendo del Rio Rosario y pasando cerca de Montevideo.