Soñé contigo pero note que en el sueño tu voz era distinta. Me dijiste que ibas a casarte con un enfermero y yo confundido, te preguntaba por qué. En el sueño no sabias, o no sabes, pero igual me sonreías como si esperaras algo de mi.
Me levanté y fui a una entrevista para trabajar en un restaurante de lujo. Allí en la barra espere a que el manager se hiciera un poco de tiempo para confirmar mi posición. Detrás de la barra un barman todo vestido de blanco y con una gran galera, me sonreía, como si lo conociera. Su sonrisa me hizo dar cuenta de que si lo conocía, pero no supe bien de donde.
El puesto me lo dieron a pesar de no saber nada de cocina o atención de mesas. Es que no se bien para que me contrataban, pero se sentía importante. Mientras volvía a mi casa paso junto a mi uno de esos buses amarillos que siempre me recuerdan a ti.
Te imagine haciendo el amor sobre una camilla, en el fondo del autobús, o en algún piso elevado. Me acorde de las veces que lo hicimos mas cerca de la tierra, sin las ruedas debajo.
Entonces comencé a correr, no para alcanzar el autobús, sino para alcanzarme a mi mismo. Yo estaba allí adelante esperándome. Supe darme cuenta de que no era a ti a la que había perdido, sino a mi ser.
Tantas veces había tenido ese miedo, que ya se me había olvidado. Estar solo no era un problema. Estar perdido si. Desde el sillón te escribo sabiendo que nunca veras estas letras y las ganas de alcanzarme superan a las ganas de tenerte. A veces…