Hacia el amanecer pudimos pasar el puerto de Laguna. A lo lejos se veían los barcos de carga y las escolleras de este puerto comercial de Santa Catarina. Teníamos casi al alcance la isla de Santa Catarina. Podíamos casi degustar el sabor del éxito. Pero aun faltaba entrar por el estrecho y surcar el canal de Santa Catarina.
No nos quedaba otro remedia que forzar el motor para poder hacer el ingreso. Al medio día divisamos la punta sur de la isla. El animo de la tripulación estaba en alza a pesar de la falla del motor. Nos quedaban pocas millas para llegar a nuestra primera etapa planeada y si el motor nos daba el respaldo de al menos un pistón de empuje, llegaríamos en algún momento del día.
La entrada a la bahía sur del canal de Santa Catarina llego a media tarde. El volvo nos dejo entrar por el estrecho de Naufragados, que tal como el nombre lo indica, no es muy amigable, ni sencillo de pasar. Justo entre el continente y la Isla de Santa Catarina se encuentra la Ilha da Fortaleza de Nossa Senhora da Conceição de Araçatuba en la que aun quedan los vestigios de una fortaleza de la era colonial. Según los datos que hoy busco, este antiguo fuerte data de fines del siglo XVIII y era parte de un red de fortificaciones que los portugueses edificaron para proteger la colonia. En el estado de Santa Catarina nada mas, había 26. No parece haber dudas de la importancia que los portugueses le daban a esta colonia en América para la prosperidad del reinado.
La visita historica duro solo unos minutos, dado que a pesar de la lentitud del motor, las mayores nos ayudaban a mejorar un poco el rendimiento del barco. Por primera vez teníamos costa a ambos lados: a babor los imponentes morros y a estribor la isla de Santa Catarina con su encanto de paraíso de vacaciones eterno.
El viento se entuba entre los morros y la isla para ponerse justo de proa. Las mayores ya no sirven para empujar y decidimos bajarlas. Hasta el puerto llegaremos con el pistón que le queda funcionando al motor.
La lentitud del avance nos hace apreciar aun mas el pintoresco paisaje de Santa Catarina. Las casa en los morros nos observan y el paisaje nos hace pensar en como seria el ingreso de los navíos en la era colonial. Al menos nosotros contamos con el Volvo que mal o bien nos ha traído hasta la latitud de los 27 grados. En aquella época debían aguardar el viento favorable para poder entrar o salir de un estrecho como el de Naufragados. Supongo que la impaciencia, el mal tiempo o la necesidad eran el motivo de los naufragios que le dan nombre. Hacia el fin de la tarde y mientras el sol caía tras la isla divisamos los edificios de Florianópolis, la capital del estado y el puerto en el que atracaríamos para desembarcar a Carlos y Horacio. Además nos tocaría reparar el Volvo y reaprovisionar el barco para la siguiente etapa.
Antes del atardecer pudimos ver los mástiles de los veleros amarrados en el Iate Clube de Santa Catarina. Ya era palpable: íbamos a llegar a destino. Ya casi sin luz entramos al club sintiendo la satisfacción del haber cumplido con la primer etapa de nuestro viaje.
RUTA DIA 9