Dia 62: Ducha del cielo

Habíamos comenzado el cuarto día desde nuestra partida de Brasil y los tres ya estábamos habituados a la rutina del mar. Las guardias nocturnas eran mas fáciles de digerir al ser compartidas de a tres y el espíritu de la tripulación era bueno.  Mi hermano continuaba con sus anotaciones y sus cálculos para ver si efectivamente llegaríamos el día 16 a Barbados. A falta de planillas de Excel, su libreta lo ayudaba a calcular lo incalculable. En el mar no hay tiempo. Las horas son distintas y por mas que intentemos extrapolarlas al minutero de la civilización, esta extrapolación pierde sentido en la inmensidad del océano.

La variante del pescado fue el estrenar la sartén con aceite. Los filetes fritos nos cayeron mas que bien para salirnos de la monotonía de la intensa lluvia.  Por momentos la visibilidad era muy poco a causa de la gran cantidad de agua que nos caía desde el cielo. Muchos navegantes aprovechan estos aguaceros para rellenar sus tanques de agua pero nosotros no contábamos con el sofisticado sistema de lonas y mangueras para acumular el agua que caía. Entonces el aroma corporal nos hizo recordar que si había una manera de aprovechar esa agua que literalmente nos venia de arriba. Era hora de darnos la primera ducha oceánica. El regador era tan inmenso como la nubosidad que nos cubría y la intensidad o temperatura no eran regulables.

Aprovechando el agua de lluvia ecuatorial para ducharse.

Aprovechando el agua de lluvia ecuatorial para ducharse.

Afuera el sensor de temperatura del ecosonda marcaba veinticinco grados pero la lluvia, que venia de la helada atmosfera sin duda estaba mas fresca. Curiosamente es bastante mas complicado de lo que parece el enjuagarse con un duchador tan grande. Lo mas efectivo era juntar agua en un balde para tirársela uno en la cabeza, aunque esto aumentaba el escalofrió. A pesar de encontrarnos a pocas millas del ecuador, el frio existe, al menos en su forma relativa. El viento cambiaba en intensidad y dirección pero la Treme seguía avanzando en el hemisferio norte.

Secandose adentro mientras la lluvia sigue cayendo sobre la cubierta.

Secandose adentro mientras la lluvia sigue cayendo sobre la cubierta.

Pasada la sesión de ducha nos mantuvimos secos adentro. La tarde se paso entre mates y lluvia. A las siete llego la hora de la radio y pudimos hablar con mis padres a través del puente que nos hacia Eduardo Lastiri desde Zarate. La claridad a través de este método era realmente limitada, pero de algún modo la voz de mi madre, con sus frecuencias medias y altas exaltadas nos llegaba tan claro como cuando nos retaba de chicos. Tal vez fuera unos de esos mecanismos instintivos similar al de las aves marinas, que siempre pueden reconocer el chillido de la madre.

Al finalizar la conversa radial Iñaki nos deleito con unos Macaroni con tuco. El menú definitivamente había mejorado de manera considerable desde la llegada de mi hermano. Me quede despierto con la primera guardia de la noche. En la inmensidad del océano uno contempla lo insignificante que es uno. Hace días que no vemos barcos ni tierra. Hace días que la libertad y la paz han cobrado un nuevo significado: la inexplicable sensación de que uno es responsable de los actos propios, pero que la naturaleza lo domina todo y nos da el marco para experimentar una libertad limitada a nuestras posibilidades.

DIA 62: Millas recorridas 125 – Velocidad Promedio 5.25 nudos

Dia 30: Llueve en Jurujuba

La lluvia volvió a acompañarnos en la mañana que nos había encontrado en la amarra de cortesía de este club tan simpático de Niteroi. Era lunes y el Jurujuba tenia una paz típica de los lunes en un club social. Ya no se encontraba el bullicio alegre del día anterior. Los meninos y meninas estaban en sus casas tomando el desayuno y la mayoría de los socias estarían ya rumbo al trabajo. Es en esta paz de lunes cuando uno tiene la oportunidad de encontrarse con los personajes mas interesantes que representan a la institución. No se bien de que modo nos presentaron a uno de los viejos socios del club que se acerco cordialmente a brindarnos su saludo. Lo invitamos a subir y allí comenzó nuestra extensa charla. Hay que gente que es innatamente interesante y este personaje barba canosa era una de estas personas.

peixe

Barcas de pescadores en Jurujuba. De aqui vino nuestra comida del dia.

Parecía contar con todo el tiempo del mundo y nosotros con el mal tiempo no queríamos abandonar este rincón tan acogedor del Brasil. La mañana se paso entre charlas y llegadas las 12 nos invito a almorzar a un restaurant cercano al club. Fuimos caminando por la calle que comunicaba al Club con Niteroi. Arriba del morro las casas humildes nos veían caminar contentos entre la fina llovizna. Nuestro amigo del Jurujuba ( nuevamente no recuerdo los nombres pero si las caras y las expresiones ) nos llevo hasta un lugar donde se comía bien pero sin gastar mucho. Estos son los lugares que mas nos gustan a los navegantes. La expresión dice que detrás de todo navegante hay un gran miserable y la realidad no esta muy alejada de la expresión que como tal tiene algo de exageración y algo de generalidad.

fresco

Pescadores descargan la captura del dia. Peixe fresco.

Almorzamos peixe frito y la verdad es que el sabor era exquisito. Se notaba la frescura de la pesca del día. Seguimos charlando durante un par de horas mientras ordenábamos cerveja tras cerveja. Un día feliz a pesar de la lluvia. A esta altura ya estábamos convencidos de que la partida hacia Cabo Frio la deberíamos demorar hasta el día siguiente. Nuestro anfitrión no nos dejo pagar a pesar de nuestra insistencia. Nos despedimos de nuestro nuevo amigo en la puerta del Jurujuba. En estos viajes uno se da cuenta de que estamos rodeados de almas interesantes y bondadosas. Uno solo debe abrirse para poder encontrarlas en cualquier parte. Al día siguiente saldríamos, sea como sea había que continuar nuestro camino.

garza que pide

Una garza quiere ver si le dan algo de lo que sobro de la pesca del día.