Hoy Cynthia me paso a buscar por la puerta del Anaheim Convention Center tras varios días de charlas de negocio. Atrás Damián dormía y Tobías me recibía con una sonrisa sin precio. Por fin la lluvia había cesado tras tres días sin parar. La vida de familia es una vida dulce y particularmente intrincada. Siempre lo mismo pero siempre distinto. Los gestos de los chicos cambian día a día. En esto la vida se parece al viaje de hace una década. Uno se adapta a la circunstancia, planea la ruta y ajusta el rumbo sobre la marcha.
Durante nuestro segundo día en Angra la misión era reparar. Por la mañana Daniel y yo le llevamos la pieza al soldador de la Avenida Reis Magos. Estaría lista para el día siguiente. A nuestro regreso Eduardo tenia la tapa del motor abierta y estaba comenzando a desarmar los inyectores. Esta pieza era la que llevaba el combustible a los pistones que estaban fallando y era lo que había determinado Gaucho en Florianópolis como el origen del problema. Tras sacar los inyectores pudimos ver claramente una sustancia viscosa y oscura que obstruía el paso del diesel hacia su destino de combustión en el pistón. Ese engrudo negro no tenia porque estar allí. Algo estaba mal y no eran los inyectores. Tras algo de pensamiento analítico dedujimos que el problema estaría en el combustible. Nos acordamos de la tremenda manguera de Rio Grande que cargo el tanque en 20 segundos. Imaginamos un diesel empetrolado y sucio. La única solución era sacar el tanque de combustible.
Hubo que desarmar los mamparos para que el tanque viera la luz del sol por vez primera desde 1986. Vaciamos lo que quedaba de diesel y pudimos ver en el fondo semi vacío del tanque la misma sustancia que ensuciaba nuestros flamantes inyectores. El combustible que habíamos cargado era el que había empastado los inyectores. La única solución era limpiar el tanque a fondo y poner nuevo diesel filtrado.
La tarea nos llevo toda la tarde. El engrudo negro estaba pegado por todas las paredes del tanque. Recuerdo que lo lavamos con nafta de la que usan los automóviles y esto ayudo a diluir ese petróleo. Finalmente podríamos confiar en que los inyectores no volverían a empastarse.
El trayecto nos fue enseñando a pensar cada movida como un ajedrecista. Cargar combustible, tomar agua, hacer una comida deberían ser en adelante calculadas para no experimentar las consecuencias no deseadas de la acción. Hasta la próxima rotura estaríamos seguros.