Dia 10: Capitanía dos Portos

Nuestra llegada a Floria trajo una cantidad de tareas que eran necesarias para poder continuar hacia el norte.

Por un lado se debía ir a la “Capitanía Dos Portos” para dar entrada a Brasil y no habiendo delegación en Florianópolis, nos tocaba ir hasta Laguna ( el puerto por el cual habíamos pasado hacia dos días). Estas son las cosas increíbles que uno descubre viajando. Un puerto sin lugar donde dar la entrada.

Decidimos que Carlos, Horacio y yo trataríamos de buscar un mecánico mientras Eduardo y Daniel iban a dar la entrada al país en taxi.  Si mal no recuerdo era un viaje de mas de una hora en auto por lo que tenia que darle a los muchachos unos dólares para abonar el paseo.

Capitania

La Capitania Dos Portos en Laguna

No se porque, pero se me había ocurrido que era un lugar seguro para guardar el dinero debajo del piso de la mesa de navegación. Seguro era, pero también era húmedo. Mi billetera de cuero con los dólares para el viaje estaba empapada. Nunca había visto agua en esa sección del barco pero fui descubriendo que en un viaje así uno descubre cosas de su barco que nunca había encontrado. En este caso el descubrimiento fue que el barco no era estanco. Como dice el refrán marinero “todo barco tiene una lagrima”. También encontramos agua salada en todos los compartimentos de debajo de los pisos, pero eso no era problema. El problema fue que la billetera de cuero había desteñido y manchado todos los billetes de cien. Les di un par que no estaban muy manchados y se fueron para la Capitanía de Laguna.

Laguna

Puerto de Laguna, al sur de la Isla de Santa Catarina

Mientras yo empezaba a afilar mi rudimentario portuñol preguntando en el Iate Clube, Eduardo y Daniel lidiaban con la burocracia en la Capitania que por ese entonces tenia casi 8 decadas de haber sido establecida. Era como si la antiguedad del lugar les diera la dosis extra de burocracia que cualquier navegante detestaría. Les tomo todo el día ir, esperar varias horas en Laguna y regresar. Los tres que nos habíamos quedado estábamos un poco preocupados por la demora pero ya entrada la noche regresaron con una sonrisa que lo decía claro: lo habían logrado – estábamos ingresados a Brasil y podríamos navegar la costa hacia arriba sin problemas.

Dia 8: El motor

Llegamos al octavo día de navegación, el día en el que todos suponíamos que estaríamos tomando una caipirinha en el Iate Clube de Santa Catarina. Pero estábamos aun a mas de 200 millas de este popular destino para vacaciones y las condiciones no parecían cambiar. Nada parecía indicar que fuéramos a llegar pronto. El ruido del motos nos tenia atontados, pero no nos quedaba otra que abusar del Volvo para llegar a nuestra primera etapa.

Mientras escribo esto suena otro motor: el de la hidrolavadora con la que mi esposa saca el musgo que se forma en el deck de la piscina de nuestra casa. Me hace pensar en lo distinta que es mi vida de hoy. No hay recuerdos que no sirvan para hacer una construcción de nuestro presente. El recuerdo del motor Volvo que nos acercaba a Floria es el recuerdo del camino que me tocaba recorrer para llegar a sentarme a escribir junto a mi segundo hijo. Cada paso que damos nos acerca de modo inevitable a un futuro que se nos presenta como incierto, pero que si se analiza tiene mucho de dictado por nuestras propias acciones. Damián juega con un plato de cartón y su hermano Tobías, ya a punto de cumplir los dos años duerme su siesta. La madre entra a ver como esta su bebe en un descanso de la limpieza del deck. Las rutinas de hoy son las rutinas de la inexplicablemente reveladora vida de familia. Poder haber llegado hasta aquí para armar la familia que hoy vive bajo este techo me dice mas sobre el funcionamiento de la humanidad que cualquier estudio que haya cursado o libro que haya leído. La acción y su impronta en nuestro destino me hace reflexionar aun mas acerca de este viaje que relato.

El sol cae

Atardece en el octavo dia de viaje hacia Florianopolis.

La costa iba cambiando y nos mostraba los morros que comienzan al acercarnos a Laguna. Hacia el fin de la tarde, como si los morros quisieran retenernos para mostrarnos todo su esplendor, el motor comenzó a fallar. Según los expertos a bordo solo estaba andando en un cilindro, lo cual nos quitaba potencia y mucha velocidad. Calculo que avanzaríamos a tan solo dos o tres nudos. Se intento lo que se pudo tras la diaria comunicación con los amigos radioaficionados de Zarate y Campana. No hubo caso: el motor seguía andando en un cilindro, lo cual significaba ( para mis rudimentarias nociones de mecánica ) que había dos pistones que no estaban funcionando. Seguimos parte de la noche a vela, tirando bordes para poder llegar a Laguna. Se intento el motor pero tras una hora de ver como el pistón luchaba contra la falla decidimos apagarlo y volver a lo que habíamos venido: a navegar a vela.

RUTA DIA 8

Rumbo a Laguna

Rumbo a Laguna