Aprovechamos la mañana para volver al Tocorime en busca de asistencia técnica. Durante nuestra visita del día anterior Eduardo había notado la cantidad de herramientas y maquinas con las que contaban a bordo en la sala de maquinas. Era nuestra oportunidad de poder reforzar el timón de viento con algunos puntos de soldadura adicional que le darían la fuerza para tolerar el abuso de las millas que teníamos por delante. Nuestro amigo nos recibió de modo efusivo al vernos y una vez mas se presto para ayudarnos en la soldadura. No recuerdo exactamente que pieza fue la que reforzamos pero nos sentimos bien productivos y mas seguros al hacerlo. Creo que también usamos un torno manual que tenían a bordo para ajustar la pieza de lavarropa y hacerla calzar en el piloto automático. Antes del mediodía podíamos considerarnos realizados: el Tremebunda estaba listo para partir. Me gustaría poder recordar el nombre de este personaje barbado que tanto nos ayudo durante nuestra estadía en la Marina da Gloria. Recuerdo su cara y su entusiasmo como si lo tuviera aquí enfrente de mi pantalla.
Tampoco recuerdo que almorzamos pero si que por la tarde decidimos ir de paseo. Era mi primera vez en Rio y no era cuestión de desaprovecharlo. Cruzamos una vez mas la plaza Paris para tomar el autobús que nos llevaría hasta Copacabana. Era una visita de turismo obligada. Lo que mas recuerdo del trayecto es la alta velocidad a la que transitan los autobuses. Mas de una vez nos miramos con Eduardo como dudando si este seria el fin de nuestro viaje, pero obviamente sobrevivimos la instancia del viaje en autobús para llegar hasta la playa mencionada en tantas bossanovas.
El ambiente en Copacabana era plenamente turístico con cientos de artesanos intentando subsistir a base de sus productos hechos a mano. Las veredas clásicas en blanco y negro le dan un toque especial a muchas aceras a lo largo del país. Alguien nos dijo que era un símbolo de la integración de la razas en Brasil. No se que tan cierto sea, pero sin duda se respira un clima de integración que no he visto en otras partes del planeta. El odio racial y la falta de integración que se respira en casi todos los Estados Unidos y muchas otras partes parece ausente en Brasil. Por supuesto que hay gente que discrimina y las oportunidades no son iguales para todo el mundo pero hay algo de la actitud general de la gente que hace pensar que en este país se hacen menos diferencias.
Recorrimos la playa y las calles aledañas. Me quede pensando como cada lugar tiene algo de especial, aunque no sea famoso a través de canciones. Nos volvimos en otro autobús de “alta velocidad” cuando ya había anochecido. Una tarde de paseo por las veredas de la integración. Una praia famosa y un lugar menos para conocer en el globo.