Era hora de partir hacia al encuentro de mi hermano. A través de la radio y el puente que nos hacían los amigos en Zarate supimos que el día 3 de Marzo, mi hermano Iñaki estaría llegando a Fortaleza. Yo estaba ansioso de reencontrarme con el y de que este reencuentro fuera a bordo de la nave que nos vio crecer.
Partimos al mediodía con un viento de través que nos permitía avanzar a buena velocidad. Antes del atardecer habíamos pasado , tal vez el hito mas importante de nuestra travesía: el Cabo Calcanhar. Este cabo es el extremo noreste de Sudamérica y para nosotros implicaba un cambio radical de rumbo. Luego de 55 días de navegar hacia el noreste, nuestra proa por primera vez apuntaba al Noroeste. Ya podíamos sentir como iban a tratarnos los vientos alisios.
El símbolo mas importante de este cambio de rumbo fue el trabuchar las botavaras del Tremebunda y por vez primera tenerlas del lado de estribor. Mientras anochecía el viento constante nos empujaba desde popa hacia Recife. La felicidad de este momento era inigualable.
Esta condición de ola y viento justo en la cola hacia rolar al barco de un lado al otro. En cierto modo me recordaba a los juegos a los que solía subir en el Italpark en los ’80. El cansancio pudo mas que la sacudida y en medio de la madrugada desperté a Eduardo para que se hiciera cargo el del barco que se mecía sobre las olas. Ciento sesenta millas mas adelante nos aguardaba Fortaleza, nuestra ultima parada en el Brasil.
RUTA DIA 56