El ambiente de fiesta se respiraba en Salvador. Había muchas personas para la cuales la fecha mas importante del año estaba llegando. Se podía uno dar cuenta de la importancia del evento mirando las caras y escuchando los cometarios de los locales. Casi todos desdeñaban el espectáculo circense que realizaban los cariocas en el Sambodromo. Para los bahianos había otra forma mejor de celebrar: en las calles junto a los Blocos.
Nos habían intentado explicar lo que eran estos blocos pero no lo habíamos comprendido bien ( otra vez las limitaciones del idioma portuñol se hacían notar ). Ya en algunas horas podríamos averiguarlo en persona. Varios brasileros nos habían aconsejado ir temprano para poder llegar cerca de los Blocos.
Estábamos a solo dos cuadras y la fiesta empezaba como a las seis de la tarde así que decidí ir a visitar el Mercado Modelo. Se trataba de un mercado de frutas, verduras y productos naturales varios que quedaba cruzando una pequeña rua, a tan solo metros de la marina. Ahora ademas ofrecían todo tipo comidas y artículos para el hogar y los turistas.
Me tome una cerveza con laranja en unas mesas que se encontraban en un espacio techado en forma de medialuna que parecía ser el punto de encuentro de casi todos los locales. Desde allí sentado se veían las embarcaciones y la gente que comenzaba a prepararse para la fiesta que llegaría en tres horas. Fue interesante observar la ansiedad con que el Carnaval se aguardaba. La verdad es que yo también estaba ansioso por averiguar de que se trataba.
Como a las cinco fui a buscar a Eduardo al barco , luego de haberme duchado por tercer día consecutivo. Era un placer contar con el agua corriente que nos faltaría durante las etapas en el mar.
Caminamos por la Avenida Lafayette Coutinho, que era la que circundaba la Bahia de Todos los Santos. La avenida ya estaba tomada por los transeúntes y el trafico vehicular ya había cesado hacia un par de horas. No veíamos donde era ideal colocarse dado que no había ningún escenario. La fiesta parecía estar lista para comenzar en todas partes a la vez. Seguimos unas cinco cuadras hacia el sur y allí el gentío era tanto que no pudimos avanzar mas. Esperamos a que algo sucediera pero sin aburrirnos ni un ápice, dado que la sola observación de este ritual de preparación era un espectáculo en si. Pasaban muchos vendedores ambulantes y Eduardo decidió pedirse algo de tomar ya que el calor de los cuerpos humanos tan cercanos se hacia notar. Cuando quiso pagar se dio cuenta: le habían sacado la billetera del bolsillo de su traje de baño. Tampoco yo pude pagarle la bebida dado que no llevaba efectivo ( los años de entrenamiento en recitales en Buenos Aires me habían ya enseñado a no llevar billetera a este tipo de eventos ). Nos quedamos con sed y Eduardo un poco mal humorado por la perdida.
Empezamos a escuchar música a lo lejos y entre la multitud vimos un camión con acoplado con una banda de gente bailando arriba. Nos llamo mucho la atención pero al ver lo alegre que se ponía la gente de ver esto nos dimos cuenta de que esos camiones eran los Blocos. Parece que pasaron a este sistema de Escolas do Samba cantando y bailando arriba de camiones para que la gente pueda bailar alrededor de los mismos y tener a las Escolas desfilando en un mar de gente. Esta era en verdad la preparación para el carnaval que se vendría una semana después. Nosotros no lográbamos entender la euforia, pero definitivamente era un estado contagioso. Pasaron lentamente varios camiones: el de Chiclete com Banana, el de Axe Bahía y varios mas que no recuerdo. Finalmente todos aguardaban la llegada de la reconocida cantante Ivete Sangalo. Llego cantando sobre la plataforma de un camión , rodeada de bailarinas y con músicos en vivo sobre el mismo camión. A mi me sorprendía como los camiones no atropellaban a nadie. A pesar de la velocidad casi nula, había muchos encargados de seguridad que trataban de separar a los que se encontraban frente al camión para dejarlo avanzar. Ivete cantaba enfundada en su uniforme blanco y el publico la adoraba. A mi mucho no me emociono la Ivete pero si la alegría que nos rodeaba. La gente aparentaba poder seguir toda la noche pero a eso de las diez los camiones dejaron de pasar y el ensayo había llegado a su fin. Mientras caminábamos de vuelta entre la muchedumbre podíamos ver los vestigios de esas horas de fiesta popular. Por todos lados latas de cerveja Brahma y las botellas de Cachaca vacías, energizantes de la fiesta y propulsores de la embriaguez general que había hecho de esta fiesta una experiencia inolvidable. Ya habíamos visto lo que debíamos ver y al día siguiente nos tocaría prepararnos para la partida mientras Salvador se preparaba para el verdadero Carnaval de la semana siguiente.