Dia 39: Carabelas

Las historias sobre piratería las habíamos escuchado desde antes de empezar el viaje. Es como esas historias de fantasmas que le cuentan a uno de chico. Uno nunca sabe si son ciertas o no, pero lo que es seguro es que el miedo entra en acción mas rápido que la lógica.

Ya durante nuestra primera etapa, cuando recién comenzabamos a habituarnos al uso de la radio de onda corta, escuchamos el reporte de unos navegantes que habían sido atracado cerca de Los Roques  ( en Venezuela ). Ya la historia de fantasmas se transformaba en un relato real y en una preocupación en la que intentábamos no pensar demasiado.

En nuestro tercer día de navegación desde nuestra partida de Vitoria sentimos el miedo del fantasma tan cerca que el susto me recordó a la noche en que por primera vez mire El Exorcista en Canal 13.

Era un día soleado como casi todos los demás y ya estábamos dejando atrás Abrolhos. Nos aproximábamos a Carabelas, que era una base para muchos pescadores humildes.

Islotes de Abrolhos

Islotes de Abrolhos

Pasado el mediodía habiamos dejado las ultimas islas por babor cuando vimos como una barcaza de pesca se nos aproximaba cada vez mas. Nuestro barco venia navegando a motor ya que la calma era casi total. Aceleramos la marcha para ver si la barcaza nos pasaba por atras en rumbo hacia su sitio de pesca, pero su derrota seguía siempre nuestro curso.

Una barcaza similar a esta pero con un tono mas amenzante casi nos aborda.

Una barcaza similar a esta pero con un tono mas amenzante casi nos aborda.

En quince minutos los teníamos a cien metros y la preocupación comezaba a ser tangible. Tanto Eduardo como yo nos preguntábamos que querían esos tipos. Tal vez el aspecto siniestro se lo daba el humo negro que echaba su motor que sin duda necesitaría una repasada a los pistones ( no le recomendaria a Gaucho después de nuestros problemas ).

Se aproximaron mas aun. La preocupación ya torno en miedo y hasta comenzamos a sentirnos físicamente amenzados.  Se acercaron tanto que casi era posible saltar de nuestro velero a esta barcaza.  Nosotros pretendíamos estar hablando ” con el resto de los muchachos ” que ” estaban adentro “. No se que tan bien nos salía esta actuacion. Ademas intentábamos no mostrarnos muy preocupados, pero la realidad era que estábamos en “aguas de nadie“. Solamente cuando uno se encuentra rodeado de agua, se da cuenta de que la solidez de la ley y la vigencia del estado de derecho alli no cuentan. En el agua no hay ley, ni policia, no hay llamados al 911. Es en verdad la selva marina donde solo sobreviven los mas fuertes ( o los que mejor saben actuar ).

Durante dos minutos estuvieron tratando de ver cuantos éramos y que llevábamos a bordo. La distancia entre los barcos era poco prudencial y nosotros estábamos preparados para lo peor.

Calculo que nos vieron muy flaquitos o tal vez la actuación fue tan convincente que se creyeron que a bordo traiamos a Schwarzenegger y Steven Seagal. La cuestion es que de golpe se alejaron. Tal vez fue la cara de malo que les puse, pero no niego que el alivio fue similar al que senti cuando me desperte al dia siguiente despues de ver El Exorcista.

Nunca pudimos comprobar que es lo que querían, pero fue mejor no averiguarlo. En adelante este miedo quedo latente y la sensación de inseguridad volvería a repetirse pero no de modo tan cercano como ese día.

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