Nos levantamos con la esperanza de bucear, pero el día no nos iba a ayudar. Llovía torrencialmente y las condiciones no nos permitirían el mergulho. Daniel ya tenia todo listo para irse a la terminal de ómnibus. Había decidido tomarse un autobús hasta Salvador donde su velero, el Cenizo lo esperaba con ansias desde antes de las fiestas. Fue una despedida relativamente emotiva. Nos volveríamos a reencontrar mas al norte donde el calor y la fiesta nunca paran.
Nos despedimos también de Cris y Sergio del Pericles y partimos hacia la Ilha Grande. Sergio nos había proporcionado muchas cartas que fotocopiamos a ultimo momento para tener mejores referencias de cómo entrar a varios puertos que teníamos en nuestra derrota futura.
El viaje nos tomo unas dos horas y el camino hacia la Bahía de Abrão era cautivante y único. La belleza natural de esta zona de Brasil nos dejaba sin palabras. Un verdadero paraíso que recibe miles de visitantes al día. La Ilha Grande tiene un ferry que la comunica con el resto del país y por medio del cual llegan los turistas a visitar la ciudad de Abrão. Allí los aguardan los artesanos y vendedores souvenirs para incitarlos a llevarse un recuerdo de cómo es el paraíso.
A comienzos de la tarde anclamos en la bahía y aguardamos para ver si la intensa lluvia calmaba un poco. Almorzamos a bordo y esperamos a que la lluvia parara. Pero no paraba . Hacia el fin de la tarde decidimos subirnos al bote para bajar a conocer Abrão. La lluvia solo había amainado un poco pero no íbamos a irnos sin conocer el pueblo de artesanos. Inmediatamente sentimos que la atmosfera se transformaba mientras caminábamos sobre el muelle al que llega el ferry. La Ilha Grande tiene un aura única que inunda a los visitantes y que se percibe de inmediato. Las callecitas llenas de artesanías, los rastas y hippies congregados en una forma de vida que se aleja de lo cotidiano. La llegada del ferry inicia los rituales de la transacción. Nuestra partida se demora entre cervezas y pescado. Se había hecho de noche ya y era hora de preparar la partida. Una noche en la bahía del paraíso preparándonos para seguir nuestra odisea.