Dia 13: Dólares marrones

La moneda en curso se ha transformado en método de intercambio de valores de uso mas común en nuestra sociedad. Son pocos los rincones del planeta en los cuales no hay moneda y el valor que se le asigna a los bienes y servicios esta casi siempre ligado a un valor monetario. Por este motivo es que necesitábamos Reales: para sobrevivir. Había que pagar por los víveres para seguir la travesía y además pagar por la reparación del motor y los repuestos que harían falta para que el Volvo volviera sonar con sus tres cilindros pateando.

Era imperativo que encontráramos donde cambiar los dólares manchados a reales. Estaba convencido que en las casas de cambio de la peatonal del centro encontraríamos donde hacer la transacción.

Empezamos por los bancos oficiales y ninguno tomaba un dólar manchado. Se daban cuenta de que eran genuinos pero dado que estaban manchados no los podían aceptar. Luego probé suerte en casas de cambio y tras revisar todos los dólares me cambiaron dos billetes de cien que tenían solo una mancha muy menor.

Pero necesitábamos mas así que seguimos buscando hasta que una persona en la calle ( que en Argentina se llaman arbolitos ) nos ofreció un cambio menor por los dólares manchados. Un cambio poco favorable pero que nos permitía seguir. Recuerdo que tomamos la mala oferta del mal cambio para poder avanzar.

cuero

Dolares marrones en la billera de cuero

Después del intercambio de moneda pudimos acceder a Internet y mandar los primeros correos electrónicos para relatar las peripecias de esta etapa a algunos amigos y familia. Recuerdo que luego llame a mis padres para contarle sobre los contratiempos y la demora. Además teníamos que buscar alguna solución al tema de los dólares marrones. Le tiramos la pelota financiera a mi padre que tendría que buscarnos algún modo de mandarnos dólares verdes a algún puerto en nuestra ruta.

Volví con una cierta desazón al barco. La sensación de que nada era perfecto. De que el mundo era un misterio lleno de sorpresas y que algunas de ellas parecían estar oponiéndose a nuestro designio. Ya encontraríamos la ruta para seguir subiendo. Milla tras milla hacia nuestro destino.

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