Es el sexto día de navegación y todos creíamos que ya estaríamos mas cerca de la isla de Florianópolis en la que desembarcarían Carlos y Horacio. Calculo que todos los navegantes deben de contar con este optimismo innato que los empuja a la aventura sin pensar nunca en lo que puede salir mal. Creo que el mantra del navegante debe ser algo así : “Voy donde quiero ir, por la ruta que me quede mas a mano, sin pensar en lo que pueda salir mal mientras reparo lo que haga falta y examino mi ruta para llegar a destino lo mas pronto posible”. El objetivo siempre es un destino concreto : el llegar a puerto. El puerto puede cambiar, la ruta puede cambiar, pero la sensación de realización al arribo nunca deja de llenar el alma del navegante de orgullo. Desde una simple navegación diurna hasta el cruce de un océano, la satisfacción es siempre la misma: el hombre conquistando a la naturaleza y reafirmando su lugar privilegiado en este mundo.
Entonces cuando la navegación no se hace fácil debido al mal tiempo o el viento en contra o lo que sea que se aparezca en nuestra ruta, el navegante se pone objetivos finitos y al alcance de su embarcación. En nuestro sexto día el objetivo era pasar el Cabo Mostardas. Empecé a darme cuenta de cuan enorme es el Brasil. Durante los próximos meses me seguiría asombrando la enormidad de este país tan rico y vivo. Desde el mar todo se veía igual. Es una costa similar a la uruguaya. La gente también se parece un poco porque toma mate, pero por supuesto que hablan el portugués con un acento que hace al idioma mas inteligible para los que venimos del sur.
Como teníamos el tanque lleno anduvimos casi toda la tarde y la noche la pasamos a motor. El viento no quería cambiar: del noroeste y suave. Fueron pocas las horas de navegación a vela que nos tocaron en esos días pero igual las mayores del Tremebunda siempre estaban listas. Las dejábamos izadas con la esperanza de que con algún encanto especial pudieran llamar a Eolo para que les diera vida. Ya les tocaría ser protagonistas pero no aun. Aun nos quedaba ir contra la corriente y luchar contra la costa brasilera que nos retenía como una amante celosa.
El Cabo Mostardas nos despidió con su faro que parecía indicarnos el camino hacia el norte. Todavía quedaba bastante costa por delante.
RUTA DIA 6